El Adelantado de Segovia. Crónicas del Sentimiento

Lorca y Hernández son poetas de luna; en sus versos se inspira con frecuencia López Saura, ese madrileño capturado por Segovia, a través de su luz y sus lunas llenas, a las que él busca como lobo solitario.

Alma llana, reivindica sus raíces castizas y su formación autodidacta. Sabe que se ha forjado al patear de niño las calles de Lavapiés y Antón Martín, la línea 1 del Metro, el Barrio de las Artes y, sobre todo, el museo del Prado. Jornadas incansables ante miles de cuadros de la pinacoteca más grande del mundo. Su escuela fue mirar cien veces esas obras, hasta encontrar detalles que quedaban guardados en la memoria y luego regresan en silencio, cuando el pintor los necesita.

Recuerda su época de alturas, como cartelista de la Gran Vía y teatros de Madrid. ¡Cómo no amar el cine y el teatro, si sus dibujos gigantes han estado colgados de los grandes templos!: el Palacio de la Música, el cine Callao, las salas de Arte y Ensayo, el teatro Español… Quedaba hechizado cuando las poleas subían los cartelones de Dessu Uzala, Las cosas del querer, El Acorazado Potemkin, La Casa de Bernarda Alba… ¡Oh!

Su etapa en el mundo del Cómic templó su pulso a fuerza de dibujar miles y miles de Pitufos y Spirous para editoriales belgas.

Desde Madrid, le atraía el Guadarrarra, en especial Peñalarra y La Pedriza, donde se curtió en la escalada. Otra vez las alturas. Más allá de esos riscos, se le iba la mirada hacia el ancho valle que al oeste abre el Eresma, en busca de las aristas de una ciudad que reta desde lejos y espera sin prisas. Llegó a Segovia en 2001, buscando remanso donde preparar una exposición ambiciosa para el Círculo de Bellas Artes. Y aquí se ha quedado un cuarto de siglo. De momento.

Trabajador incansable, no ha parado de recoger en sus cuadros el alma de la Segovia viva, con un realismo palpable, al que siempre busca incorporar un toque de magia e ingenio.

Es ya un personaje cotidiano de la ciudad. Lo mismo planta su caballete en una esquina de la plaza Mayor, que busca un nuevo perfil de la plaza de Medina del Campo o se refugia en su cárcel de trabajo, rodeado de lunas, siempre con música de fondo, preferentemente clásica, aunque también suenan los Beatles, Ismael y el Mester. Hubo espacio para la docencia, a través de la concurrida escuela municipal de pintura.

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En 2005, explosionó en Segovia: Mujeres a escena, en el Juan Bravo; Miscelanea, en el Torreón de Lozoya, y otra novedosa en la sala Unturbe del Sirenas, donde vendió todos los cuadros. ¡Oh!

Han sido muchas las muestras en las que nos ha sorprendido, con soldados que se salen con su bayoneta del marco, copas de anís que se rompen o camisas pendientes de ser planchadas. Domina el relieve con gracia. En 2011, volvió a vender toda la colección en La Reja ¡Oh!

Entremedias, dibujó cada cartel para las zarzuelas de la compañía Julián Gayarre, cosechó el premio internacional de pintura de Chicago (2012) y el Aniceto Marinas, pintó el cartelón de la feria de arte de San Sebastián, en el Kursal, y el del festival de cine español de Moscú… Su mural de cine en Segovia, en la entrada del hotel Las Sirenas, es buscado por turistas y cinéfilos. El del Centro Segoviano de Madrid inmortaliza la historia de Segovia a través de sus personajes más notables. A Carlos Álvaro le ilustró la portada de La casa del crimen; a mí, Gabarrero de luna.

Recientemente, su realismo pinta a la realeza: la reina Isabel de Castilla, pendiente de ubicación, y el rey Felipe VI, que ya está en el antiguo salón de plenos del Ayuntamiento.

Durante el estado de alarma de la pandemia, nos ayudó cada día a mantener la entereza. Sus coronadibus fueron caricias de esperanza y chutes de ánimo para los colectivos que mantuvieron viva esta ciudad y este país, en medio del dolor y la muerte. Dos de estas imágenes fueron para los transportistas segovianos. Me las regaló para el libro Historia del Transporte de Segovia. ¡Gracias, generoso amigo!

Nos alegra cada mañana con un nuevo dibujo. De divulgarlos en Internet se encarga Cristina. En ellos late el cine, la música, la actualidad y su sensibilidad social: los sin techos, las 13 Rosas, los museos, los voluntarios, Santa Marta y los camareros…

Trabajador del arte, artesano de la cultura, currante infatigable al que, cuando le llega la inspiración, le pilla siempre pintando. Los artista no tienen patria, solo recuerdos. Son muchos los que le unen a Segovia, otros le reclaman desde esa ciudad adónde regresa siempre el fugitivo y ya no queda sitio para nadie. En Segovia sí. Al caer la tarde, sube al Santana.

Valora lo mucho que los segovianos le han dado: acogida, inspiración, trabajo, cariño, luz y luna. Se siente querido y desea corresponder donando una obra especial a la ciudad, un mural dedicado a la música y el folclore de Segovia. Al proyecto se han sumado instituciones, artistas y colectivos. La obra avanza con ritmo en el corralillo del Patín, salvo un absurdo incidente que no merece la pena reseñar. Es esperada y será bien acogida. De conservarla viva se encargarán los segovianos y la luna.