El Adelantado de Segovia. Especial Gabarreros Que un acontecimiento tan complejo como este, en época de climatología incierta, sea esperado con fervor durante 26 años por vecinos y forasteros, es porque ha sido capaz de despertar la memoria colectiva de un pueblo.
Recuerdo que la fiesta la creó el Centro de Iniciativas Turísticas en 1999, con el propósito principal de promover el turismo del término, en una época gris, marzo, además de divulgar la imagen de nuestros pinares y el nombre del municipio. Los objetivos se cumplieron pronto, y luego fueron aumentados cada año, a pesar de que algunas ediciones resultaron castigadas por el mal tiempo y, a veces, hubo que suspender actividades programadas, además de los dos años suspendidos por la pandemia, 2020 y 2021, que tantas vidas y proyectos se llevó por delante, pero la fiesta gabarrera rebrotó con más fuerza.
Haré un repaso rápido. Los primeros años se acudió a FITUR y luego a INTUR, ésta de forma continuada. Después, se apostó por llevar la fiesta a la ciudad con mayor repercusión mediática, Madrid (2014 y 2015), lo que activó una difusión sorprendente por televisión. También, se buscó fortalecer raíces comunes con localidades gabarreras del Guadarrama: Segovia, El Escorial, Guadarrama, Riaza… y con ciudades relevantes de la comunidad: Valladolid, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Tordesillas, Ávila… Sacar fuera esas representaciones supone mucho esfuerzo, es como escenificar una gran obra de teatro, con muchos actores, en un gran escenario ajeno, que hay que montar y desmontar en unas horas. Estos trabajos excepcionales han tenido siempre una respuesta muy cálida. Mercados medievales hay cientos, una exhibición de la fiesta gabarrera es única.
En este cuarto de siglo, el CIT ha sabido incorporar nuevos cambios y ha mantenido la colaboración de las principales instituciones relacionadas: Ayuntamiento de El Espinar, Diputación de Segovia, Junta de Castilla y León, federación regional de CIT (Fecitcal), además de conservar viva la implicación de los protagonistas fundamentales: los trabajadores del monte. A estos se suman diversos colectivos que nunca fallan: la Escuela de Dulzainas de San Rafael, el grupo de Danzas de El Espinar, las Águedas, el colectivo Yedra, los restaurantes asociados… La apuesta cultural ha sido y es muy importante: concierto de la Banda de Música, Jotas gabarreras del Mariquelo y Federico Ruyra, disco y conciertos de Gabarrerías de Nuevo Mester de Juglaría, una decena de libros de Alma Gabarrera… La cultura gabarrera siempre suma, nunca contamina.
El inicio de la presente edición ha sufrido un temporal de lluvia muy intenso que ha suspendido varios actos. Con buen tiempo, la fiesta luce radiante, es cierto; sin embargo, también es un gesto de madurez que estas contrariedades se acepten con resignación. Esperemos que el tiempo permita celebrar las principales actividades, que se concentran este próximo fin de semana.
Esta fiesta es la gran manifestación de la cultura gabarrera, pero es más grande aún su legado. Cuando el pino gabarrero caiga el próximo domingo en la plaza, para admiración y regocijo de todos los presentes, habremos reafirmado nuestro compromiso con la conservación de nuestros montes. Ese es el legado gabarrero. Lo recibimos en vida del monte, que es nuestro mayor patrimonio común.
Muchos años después, al calor de una lumbre con leña de pino, una madre seguirá contando a su hijos la historia de un niño que sube cada año por un pino muy alto, hasta llegar a la altura del nido de la torre del Ayuntamiento, donde una cigüeña le está esperando para contarle que hay águilas que vuelan hasta al risco más alto de La Garganta, con las esperanza de regenerar su pico, sus garras y su plumaje, en un sueño de eternidad. Más adelante, será una niña la que trepe por ese pino y entonces la cigüeña le dirá: “Gabarrerita nueva / si no quieres llorar / echa mucho abrazo / y poca frialdad”.
Qué tradición más bonita.