El Adelantado de Segovia. Crónicas del Sentimiento. Jesús Torres falleció el pasado 8 de junio, en Mozambique, a causa de un ictus. Prefiero recordarlo vivo. Recupero esta entrevista que publiqué en El Adelantado en 2007:
Me cuenta Jesús que, de niño, quedó impresionado por la magia de la motocicleta del cura de Pinillos: “Madre, yo quiero ser cura, como don Amancio”. Luego, en los seminario de Segovia y Burgos, descubrió su vocación complementaria: ser misionero.
San Rafael fue su primer y breve destino, en 1970; luego pasó a El Espinar, como coadjutor. En enero de 1971, don Antonio Palenzuela le encargó la parroquia de la Estación de El Espinar, que compartió, entre 1979 y 1984, con la de San Frutos, en La Albuera.
Al mismo tiempo, fue albañil, carpintero, fontanero, jardinero y profesor de los institutos de El Espinar y Andrés Laguna; también impulsó asociaciones vecinales, se comprometió sin tapujos con el proceso democrático, alentó inquietudes, sembró valores nobles, plantó cara a la injusticia y nunca dio un paso atrás. Doy fe de ello.
En enero de 1985 marchó a Mozambique, entonces le dijimos: “No te vas, te mandamos”. Y así seguimos, unidos en este abrazo solidario, que va desde Segovia hasta Mozambique. El año 2006 lo pasó en España, reponiéndose físicamente y estudiando. En febrero de 2007 ha vuelto a Mozambique.
Juan Andrés: ¿Qué has hecho en estos años en África?
Jesús Torres: En 1985, llegué con la idea de ser misionero, pero he pasado 22 años aprendiendo y forjando vocaciones. Compruebo que he sido más evangelizado por los africanos que ellos por mí.
-¿Y cómo es África?
-Muy distinta de la imagen dramatizada y llena de tópicos que se suele tener en Europa; Es cierto que África es pobreza, miseria, malaria y sida, pero te aseguro que también es alegría, ilusión, esperanza, imaginación, entusiasmo y ganas de vivir.
-¿Llega bien y es eficaz la ayuda humanitaria?
-La ayuda internacional sirve a veces para financiar a dirigentes corruptos y para engordar a una nueva oligarquía o, lo que es peor, para sembrar guerras; también hay alguna ONG que fomenta un “turismo humanitario”, poco ético; yo deseo que la solidaridad no se termine con un donativo en un “telemaratón”, sino que cada persona se preocupe por saber adónde va su ayuda, quién la gestiona y para qué sirve.
-¿Tu etapa en el Seminario de Beira ha concluido?
-Sí, funciona bien y ya no me necesitan. Ahora, estoy en Sabie, a 90 kilómetros de Maputo. Mi parroquia abarca un área de 2.000 kilómetros cuadrados, en ella sólo hay un centro sanitario muy básico, atendido sólo por un enfermero y un médico que va un día por semana.
-¿Cómo te mueves por allí y dónde vives?
-Con un coche de segunda mano que marcha muy bien; es mi principal arma de trabajo y con él llego a las pequeñas aldeas, muy diseminadas unas de otras y por malos caminos. Ya lo conocen todos y se alegran cuando lo ven llegar. Tengo una buena casa; estaba abandonada, en ruina; la hemos rehabilitado, con poco dinero y mucho trabajo. Desde aquí y con el coche, ya puedo hacer más cosas.
-¿Qué haces y cuánto necesitas?
-El proyecto Kupfunana (ayudarse unos a otros) y consiste en acercar los servicios sanitarios a la población de la zona, donde el 80 % son niños a los que no llegan las vacunaciones ni atención primaria. Necesito poco, con 118.000 euros me arreglo; ya tengo proyectados 10 dispensarios, con mobiliario, farmacia, coches-ambulancia y la contratación de 10 enfermeros durante cinco años.
-Con tu sueldo no creo que puedas hacer mucho.
-En Mozambique dependo del mi obispo, que no puede pagarme un solo metical; recibo unos 1.200 euros al año del Obispado de Segovia, que además cotiza mi seguridad social. Es una cantidad insuficiente, pero también cuento, como tú bien sabes, con la ayuda silenciosa de muchas personas y del Ayuntamiento de El Espinar, la Obra Social de la Caja y el Obispado de Segovia.
-¿Estás preparado para esta nueva etapa?
-Siempre lo he estado; durante el año 2006, estudié en Madrid educación y actualización teológica, y contacté con el “Plan África”, del Gobierno de España. Pero, lo que más me ayuda, lo que aprendí de mi padre, en Pinillos: agricultor y pastor de ovejas.
-Hablas como si tuvieras 20 años y tienes 63, has sufrido malarias, hepatitis B y otras enfermedades. Antes, en Beira, vivías en una ciudad, tenías al lado un médico cubano amigo, una habitación en la que reponerte cuando enfermabas, algunas medicinas, un teléfono, Internet y, cuando venías a Segovia, Santiago Goya te echaba un repaso ¿No te parece una temeridad adentrarte solo en la selva?
-En absoluto; ahora me encuentro bien de salud. No alarmes tanto, querido amigo, además no estoy solo, tengo el apoyo de otros sacerdotes; si me pasa algo, la gente de aquí tiene su ciencia y sabrá atenderme. ¿Vas a hacerme una entrevista o a regañarme?
-Esa casa no tiene mala pinta, ¿tiene alguna habitación libre?
-Por supuesto. Te espero, y también a todos los que quieran conocer la verdadera África.
Al año siguiente de esta entrevista, en mayo-junio de 2008, viajé a Mozambique en compañía de mi hijo Tatán; Jesús nos acogió a los dos. Vuelvo ahora con Pablo, en junio de 2025, después de 17 años. La luz de Jesús y de Tatán nos espera.
Gracias, Juan Andrés. Kuofunana!!!