Pregón gabarrero de Juan Frutos Sánchez Cubo. El Espinar, marzo 2025.
En sus orígenes, el pueblo de El Espinar se asentó para vivir en estas tierras castellanas, en el seno de un gran bosque que ocupaba la llanura o depresión del río moros, del Cornejo a Campo Azálvaro, rodeado de montañas pobladas de pinos silvestres. La mayoría de los oficios de aquella época empezaron a hacer uso de esos árboles. En la llanura dominaban: robles, encinas, fresnos, bardagueras y espinos, que tal vez dieron el nombre a El Espinar. Arriba en los montes, muchos pinos silvestres acompañados de algunos tejos, acebos y serbales. Labradores, gabarreros, carreteros, carboneros, panaderos, carpinteros, caleros, herreros… Todos usaron la leña y la madera de los bosques, todos vivieron de los productos de estas tierras.
Con el transcurso de los años hemos transformado el paisaje y parte de la naturaleza salvaje la hemos sustituido por fincas de pasto, urbanizaciones y vías de comunicación. Otros parajes propios de la Villa se han conservado maduros y naturales: las riberas del río Moros y las Rinconadas, la Cerca del Portillo, la bella Dehesa Chica, la Mata de Nava el Rey, faldas del Estepar y las Carboneras: antiguos robledales que hoy siguen medrando entre los núcleos de población. Nuestros pinares de la Garganta y Aguas Vertientes, bosques ancestrales bien ordenados desde hace más de 150 años, nutren de buena madera del pino silvestre.
El Espinar en su conjunto es una Reserva de la Biosfera y sus cumbres forman parte del Parque Nacional Sierra del Guadarrama. Figuras que muestran el valor de nuestro Patrimonio Natural. La leña y la madera siguen siendo importantes, pero los bosques nos dan muchísimos más beneficios: Valor paisajístico, el oxígeno que respiramos, la fijación del CO2, nutren y sujetan el suelo, regulan del clima, filtran el agua que consumimos, los frutos del bosque, la fauna que alberga, incluso los escenarios de cine…
¡Solo conociendo la importancia de los bosques tendremos la necesidad de protegerlos! Pero nuestra masa forestal está administrada, y somos los vecinos los que debemos exigir que se administre bien, que la producción de madera no sea solo, lo prioritario. ¡Más educación ambiental! Dirigida especialmente a los jóvenes receptores de este patrimonio natural que lo sientan suyo, lo disfruten y lo cuiden.
Surgen amenazas nuevas y de un terrible potencial: como el cambio climático que aumenta la debilidad y enfermedades de los árboles y la peor pesadilla: el fuego inmisericorde que puede ser explosivo con el aumento de las temperaturas. Se podrá haber perdido el oficio de la gabarrería pero perdura el espíritu gabarrero: El monte es el antes y el después. Los árboles nos superan en edad de vida y los bosques ven pasar a muchas generaciones. Cuando a este valle llegó el primero de nosotros, el bosque ya estaba, y aquí seguirá cuando no quedemos ninguno. El espíritu gabarrero es el alma de un pueblo, que ha trabajado y protegido estos montes durante siglos, con tanto sentimiento que ha forjado una cultura de trabajo en el bosque, beneficiándolo.
Para que el bosque perdure tenemos que transmitir ese espíritu, para que se invierta en el monte con explotación sostenible, prevención de incendios, aumento de su biodiversidad y, en definitiva, amor a nuestra naturaleza. ¡Solo conociendo la importancia de lo que tenemos, sentiremos la necesidad de cuidarlo!
¡!Viva nuestra alma gabarrera!
Gabarreros….
gabarreros…hijos de la Luz del sol y la Fuerza de la Tierra,
en vosotros puse yo la esperanza de mi aldea…